TAN ANCESTRAL COMO LLENA DE VIDA

La ciudad costera de Esmirna, entre los Dardanelos y la península de Çeşme, ha conquistado a multitud de exploradores. En la distancia, más allá del mar, las islas de Lesbos y Quíos parecen flotar sobre las olas. Pero los tesoros más preciados de la región se encuentran tierra adentro. Los viajeros que descubren este exótico destino suelen hacerlo en su camino a la antigua Éfeso, ciudad clave para la popularización del cristianismo y, anteriormente, lugar de culto a la diosa Artemisa. Los primeros pobladores se asentaron en la zona de Esmirna durante el período Neolítico, hace más de 8500 años, por lo que la ciudad es uno de los asentamientos más antiguos de la cuenca mediterránea. Desde entonces, la siempre popular Esmirna ha sido hogar de eolios, jonios, lidios, persas, macedonios, romanos, turcos y otomanos. Hoy día es el segundo mayor asentamiento urbano del mar Egeo, solo superado en tamaño por Atenas. En el museo al aire libre del Ágora de Esmirna encontrará ruinas romanas, con tumbas y pórticos excavados que vuelven a ver la luz del día y grandiosos pilares con antiguos grafitis garabateados en ellos. Aunque no tan impresionante, la arquitectura de la propia Esmirna es igualmente significativa. Las casas históricas de Esmirna dan perfecto ejemplo de la arquitectura civil de los siglos XIX y XX, presentando los cambios graduales del estilo griego al otomano. También merece la pena visitar la emblemática escuela femenina Kentriko Parthenagogio, el Homerion, el edificio de la OTAN y la sede neoclásica del consulado griego.

Ágora de Esmirna

La ciudad recibe el nombre turco de Izmir desde hace casi un siglo, pero fue conocida en todo el mundo como Esmirna durante casi tres mil años. La antigua Esmirna, que adquirió poder y esplendor con el paso de los siglos, formaba parte de una ruta de comercio crucial entre Anatolia y el Egeo. Pero precisamente por su ubicación estratégica, fue objetivo de numerosos ataques. Alejandro Magno fue el primero en ordenar la restauración y expansión de la ciudad, tarea que continuaron dos de sus sucesores. Después, 500 años más tarde, Marco Aurelio hizo lo propio con la renovación romana tras un terremoto especialmente fatídico acaecido en el año 178. Hoy no queda mucho de la antigua Esmirna pero, por suerte, se ha descubierto uno de sus espacios más importantes. El ágora era el corazón comercial, político y judicial de muchas ciudades antiguas; el punto de encuentro de artistas, educadores y ciudadanos. El de Esmirna, situado en la ladera norte de las colinas de Pagos, es un museo al aire libre que ofrece una imagen fascinante de la arquitectura y la vida clásicas. Sus monumentos, desde la Puerta de Faustina hasta las columnatas corintias y el cementerio de la época otomana, están increíblemente bien conservados y cuentan fantásticas historias. Los viajeros más atentos pueden observar antiguos grafitis en latín grabados en un majestuoso pilar.

Museo Arqueológico

El Museo Arqueológico de Esmirna atesora numerosas maravillas del Egeo y cuenta con una de las mayores colecciones de objetos antiguos de Turquía. Este museo regional alberga importantes riquezas de valor inestimable. Sus tres pabellones (escultura, cerámica y objetos valiosos) cuentan la historia del Egeo desde la Edad de Bronce hasta los períodos griego y romano. En este museo, la antigüedad cobra vida; desde las herramientas cotidianas y los utensilios domésticos que se empleaban hace siglos hasta fascinantes frisos y excepcionales monedas fabricadas con una antigua aleación de oro y plata. Cuenta con colecciones y exposiciones exclusivas de lugares emblemáticos como Pérgamo, Mileto y Afrodisias. Sus dos jardines le permitirán descubrir la historia de Anatolia occidental mientras pasea bajo el sol. Una visita de una o dos horas al Museo Arqueológico es tan entretenida como fascinante.

Éfeso, Patrimonio de la Humanidad

Actualmente quedan restos de los distintos periodos de la historia de Éfeso, pero la gran mayoría de las ruinas son romanas. Por suerte, son las más espectaculares y, sorprendentemente, muchas permanecen intactas. Las ruinas más famosas de Éfeso corresponden a la biblioteca de Celso, inaugurada en el año 125. La fiel reconstrucción de su imponente fachada de mármol está decorada con grabados de temas vegetales y un estatuario de retratos. El edificio está orientado al este para aprovechar al máximo la luz matinal. También cabe destacar el emblemático templo de Adriano, monumento real con un característico tímpano semicircular (entrada decorativa) con una figura femenina tallada, posiblemente Medusa, en la parte sur de la avenida de los Curetes, que en el pasado conectaba la biblioteca de Celso con la puerta de Hércules. En su lista de Éfeso, también podría incorporar el antiguo teatro al aire libre (con capacidad para 25 000 espectadores), el Odeón (un teatro más pequeño), el gimnasio de Vedius y la basílica de San Juan. La ruinas también incluyen complejos de baños y termas de a partir del siglo IV a. C. e, incluso, un burdel. Mark Twain narra una anécdota más romántica: Marco Antonio fue juez aquí y una vez abandonó el estrado durante una sesión pública para correr tras Cleopatra. Desde Éfeso, la pareja realizaba excursiones de placer “en galeras con remos de plata y velas perfumadas”.

Éfeso para viajeros creyentes

En pleno apogeo, Éfeso fue el escenario de varios eventos que marcaron la transición, en ocasiones caótica, del paganismo al cristianismo. El apóstol Juan convirtió a muchos incluso antes de la llegada de San Pablo, que convirtió a muchos más, pero nunca llueve a gusto de todos: los orfebres dedicados a la platería que vivían de vender estatuillas de Artemisa vieron su modo de vida amenazado por la nueva religión y se alzaron contra San Pablo para expulsarlo de la ciudad. Aun así, el emplazamiento de Éfeso, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2015, es muy importante para los viajeros creyentes, ya que allí se encuentra la casa de la Virgen María. Se cree que San Juan llevó a la Virgen María a esta casa de piedra, donde vivió hasta su muerte a los 101 años de edad. Además, la iglesia de la Virgen María, cerca del puerto original de Éfeso, fue la sede del Concilio de Éfeso, celebrado en el 431. En el siglo VI, el puerto volvió a enfangarse y la ciudad fue abandonada en favor de la moderna Seljuk.