Patmos, una isla realmente divina

La hermosa Patmos es, sin duda, la isla griega que mejor representa el concepto de perfección. No todos los lugares pueden llamarse “la Jerusalén del Egeo”. Patmos custodia un patrimonio cultural excepcional; fue en esta isla donde el apóstol Juan escribió el libro del Apocalipsis, libro final del Nuevo Testamento. Este papel protagonista en la Biblia imbuye a la isla de una inequívoca calma espiritual que la convierte en un lugar único en el Mediterráneo, especialmente para los fieles cristianos. Su ambiente es realmente especial: las ceremonias y costumbres religiosas que aún tienen lugar en la isla no han cambiado desde los tiempos de los primeros cristianos. Para subrayar aún más la sensación de paz de la isla, Patmos no tiene aeropuerto; solo es posible llegar a ella en barco o en ferry. Cuando su barco se acerque a Patmos, no podrá evitar admirar los cincelados contornos de su costa, y una vez en tierra firme, descubrirá una isla apacible y serena.

Es fácil entender el atractivo que Patmos tenía para los griegos antiguos. Según cuenta el mito, fue Artemisa, diosa de la caza, quien descubrió la isla sumergida bajo las olas y pidió a Selene, diosa de la luna, que la iluminara y elevara. Con la ayuda de Zeus y Apolo, consiguieron emerger la isla del lecho marino. Curiosamente, la isla de Patmos tiene forma de caballito de mar. Sus dos partes principales se unen por el estrecho istmo de Skala. A solo 5 kilómetros al sur se encuentra Chora, la capital interior de la isla, coronada por una poderosa fortaleza: el monasterio de San Juan el Teólogo.

Skala

Patmos se encuentra en la parte noroeste del archipiélago del Dodecaneso, a 163 millas náuticas de El Pireo. Sus 63 kilómetros de costa conforman un bello paisaje de playas, bahías de todos los tamaños y calas escondidas. En su interior guarda un hermoso paisaje volcánico y rocoso, con escarpados picos que se elevan sobre profundos valles verdes. En Skala, principal puerto y centro comercial de la isla, podrá experimentar todo el encanto de Patmos y disfrutar de sus callejuelas encaladas, sus exclusivas tiendas y sus cafés junto al mar. También es el centro de la cosmopolita vida nocturna de la isla, pero a diferencia de los clubes nocturnos de Miconos, en Patmos encontrará animados cafés y bares. No se pierda las tabernas locales, como Trehantiri, en las que podrá degustar pescado fresco y patatas fritas artesanas.

Chora

La ciudad más emblemática de Patmos es, sin duda, Chora, hogar del monasterio de San Juan el Teólogo y la gruta del Apocalipsis, ambos declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Chora está repleta de galerías de arte y cafés, pero el complejo monástico, ubicado en su parte más alta, es lo que define a la ciudad. El enclave, realmente impresionante, es un monumental puesto de observación para la cristiandad. Este monasterio bizantino fue construido en el año 1088 por san Christodoulos. Sus murallas de piedra, extremadamente altas, permitían verter aceite hirviendo sobre piratas e invasores. Visto desde el exterior, el complejo tiene la apariencia de un castillo poligonal gracias a sus almenas y torres, pero en su interior guarda una catedral y ocho capillas. Junto a las murallas puede admirar los tres emblemáticos molinos de piedra de la isla.

El antiguo asentamiento de Chora es uno de los mejor conservados del Egeo, y ha evolucionado constantemente desde el siglo XII. Es el único ejemplo de monasterio ortodoxo griego que, desde sus orígenes, se integró con una comunidad creada alrededor de las fortificaciones de la colina. El monasterio está rodeado de estrechas callejuelas con casas encaladas y los característicos tejados planos que, originalmente, se diseñaron con propósito defensivo. El asentamiento, que comenzó a expandirse en el siglo trece, vivió importantes avances en el siglo quince, cuando recibió a refugiados de Constantinopla, y en el siglo diecisiete, de Creta. Las edificaciones neoclásicas de dos y tres plantas son, principalmente, de finales del siglo XVI y del siglo XVII, cuando Chora floreció como capital comercial bajo la ocupación otomana. Hoy en día, estas antiguas residencias de comerciantes, muchas de ellas con cautivadoras vistas al mar, son muy codiciadas por los residentes temporales de la isla. Una de ellas alberga el bar y restaurante Astivi, un excelente local para degustar una pizza, un plato de pasta o un cóctel en un elegante entorno.

Gruta del Apocalipsis

El centro espiritual de Chora (y de todo Patmos) es la gruta del Apocalipsis. La tradición sostiene que Juan, el apóstol y evangelista (san Juan Evangelista), dictó el libro del Apocalipsis y su evangelio a Prócoro, su discípulo, tras haber sido expulsado de Éfeso (en la actual Turquía) en el año 95 a. C. Esta pequeña gruta se encuentra dentro de un modesto conjunto de iglesias, capillas y celdas monásticas que está a mitad de camino en la abrupta carretera que une Chora y Skala. La gruta se halla detrás de una sencilla fachada blanca con la puerta verde. Sobre esta, un mosaico representa a Juan y a su discípulo, que transcribe las palabras del apóstol. Este apacible lugar está repleto de iconos bizantinos y reliquias religiosas. Observando detenidamente podrá ver las tres fisuras en la roca que, según se dice, representan la Santísima Trinidad. La gruta es el enclave más sagrado de Patmos y todo un lugar de peregrinaje para el cristianismo.

Playa de Agriolivado

La fe ha ocupado un importante lugar en la historia de la isla y ha definido su unicidad dentro del archipiélago griego, pero es su mar de aguas azules lo que la hace espléndida. Si tiene tiempo, dese un chapuzón en una de las numerosas y excelentes playas de la isla. Una de las más emblemáticas se encuentra al sur de Chora, en el encantador pueblo de Grikos. A la derecha de la playa, podrá observar una gran roca llamada Petra. Finalice la jornada con una cena memorable en el restaurante Apocalypsis; sus buñuelos de bacalao con patata cremosa y ajo confitado son tan maravillosos como el ambiente costero de la zona. Agriolivado, a 3 kilómetros al norte de Skala, es una preciosa playa familiar con tumbonas y sombrillas. Un poco más al norte, en Geranou, justo en el hocico del caballito de mar de Patmos, encontrará una hermosa playa de arena blanca y aguas cristalinas. ¡Es tan fabulosa como el resto de la isla!

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