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Milos

Paisajes mágicos, playas maravillosas

La isla griega de Milos, con forma de herradura y la más meridional de las Cícladas occidentales, es una auténtica perla desconocida del Egeo. De origen volcánico, alberga una impresionante variedad de entornos naturales y playas, con escarpados acantilados multicolores y deslumbrantes aguas cristalinas. Sus cautivadoras formaciones geológicas son el resultado de erupciones submarinas que comenzaron hace unos tres millones de años. Las capas de lava acumuladas reaccionaron con las aguas geotérmicas de la isla para crear un caleidoscopio de formaciones rocosas y marinas, como la roca de Arkouda, que se eleva espectacularmente desde el fondo del mar en distintos puntos de los 126 kilómetros de litoral de la isla. Si observa detenidamente, con un poco de suerte podrá ver los vapores de las fumarolas, tanto en tierra como en el mar. En la isla también abundan los manantiales. Milos no cuenta con una caldera como la cercana Santorini, pero está llena de maravillas forjadas por la naturaleza que la convierten en todo un festín para los sentidos.

Destacados

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Puerto de Adamas

El origen volcánico de Milos dota a la isla de una gran riqueza mineral. Ya en la antigüedad, era conocida por ser una gran fuente de azufre y arcilla, usada para la elaboración de ánforas. También es rica en obsidiana: en Filakopí se pueden encontrar las ruinas de un puesto comercial minoico donde se comerciaba con el vidrio volcánico. La actividad minera ha continuado hasta los tiempos modernos.

Históricamente, Milos es célebre por haber luchado junto a Atenas durante las guerras médicas. Sin embargo, en la guerra del Peloponeso, que enfrentó a Atenas y Esparta, Milos optó por la neutralidad. Esto no fue del agrado de los atenienses, que sitiaron la isla. En cuanto a lo artístico, Milos es la isla donde se descubrió la famosa estatua de la Venus de Milo (que ahora se encuentra en el Museo del Louvre, en París). Milos estuvo, sucesivamente, bajo el dominio de los macedonios, los venecianos y los otomanos hasta la Guerra de Independencia de Grecia 1821, para la cual la isla proporcionó hombres y materias primas.

Hoy en día, los turistas aprecian Milos por sus costas, cuevas marinas y paisajes vírgenes. La isla no cuenta con grandes urbes. Puede visitar el pequeño pero animado puerto de Adamas, que se encuentra en una de las mayores bahías naturales del Mediterráneo. Es perfecto para una comida informal o para relajarse tomando un café con hielo frente al mar. Al norte de Adamas se encuentra la colina Plaka, y un poco más lejos, en la costa norte, la villa pesquera de Pollonia.

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La impresionante Sarakiniko

Quizá quiera descubrir una o más de las 70 playas con las que cuenta Milos. Todas ellas son únicas, y presumen de aguas cristalinas o incluso arena multicolor con pequeños guijarros que brillan en la oscuridad. Una de las más cautivadoras es la playa de Sarakiniko, que ofrece una imagen inolvidable: un paisaje lunar costero de alabastro donde el sol baña las aterciopeladas rocas blancas y el mar azul eléctrico.

Esta impresionante extensión, que en su día fue escondite de piratas sarracenos (de ahí el nombre de la playa), es una mezcla de piedra caliza y diatomita, una roca sedimentaria blanca y suave formada a partir de cenizas volcánicas. Aunque el baño es posible en algunos puntos de Sarakiniko, deberá tener cuidado con el rocaje y saber que la belleza natural de este paisaje se aprecia mejor desde las alturas. Otro pintoresco enclave, perfecto para darse un chapuzón en la costa norte, es Papafragas, una playa de arena blanca que encontrará unos 3 kilómetros antes de llegar a Pollonia y que se extiende hasta un estrecho canal flanqueado por dos blancos acantilados volcánicos.

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Kleftiko

En la costa sur encontrará Firiplaka, una maravillosa playa de arenas blancas conocida por sus coloridos acantilados y aguas esmeraldas. Al sur de Firiplaka se halla la apartada playa de Tsigrado, que parece salida de una película de piratas; ¡solo se puede acceder a ella en barco o por una escalera! Hablando de piratas: aunque no tiene mucha arena, el lugar más emblemático de la isla para darse un chapuzón es Kleftiko, un conjunto de calas rodeadas por espectaculares acantilados blancos y farallones que, según cuenta la leyenda, fue refugio de piratas.

En sus aguas de color azul eléctrico es fácil avistar delfines, tortugas y focas. Sin salir de la parte sur de la isla, al norte de Kleftiko encontrará Sykia, una fantástica cueva marina con el techo derrumbado. En ella podrá disfrutar de un baño inolvidable, aunque el acceso, como en Kleftiko, debe realizarse en barco.

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Plaka y Klima

Dada su ubicación estratégica en las islas Cícladas y su apasionante historia, Milos está repleta de lugares interesantes, como las antiguas catacumbas cristianas de Tripiti. El complejo cuenta con un total de 126 tumbas abovedadas, datadas entre los siglos dos y cinco d. C., que están talladas en toba volcánica blanda y se comunican por túneles. El emplazamiento se encuentra cerca de una pequeña cala, junto a las ruinas de un antiguo teatro donde, en 1820, se encontró la Venus de Milo. La tranquila Plaka, capital de la isla, se sitúa en una pequeña meseta al pie de las ruinas de un kastro o castillo veneciano. En ella podrá visitar el Museo del Folklore y el Museo de Arqueología.

Plaká es una apacible ciudad de deslumbrantes casas blancas y balcones cuajados de flores. No deje de visitar su hermosa iglesia de Panayia Thalassitra, patrón de los marineros. Un poco más allá de Plaka, en la costa, encontrará la pequeña aldea de pescadores de Klima, con sus emblemáticas casas  syrmata de dos plantas talladas directamente en la roca. Los pisos bajos sirven también como embarcaderos, y las puertas y balcones están pintados de vivos colores. Este pintoresco pueblecito es una más de las inesperadas y maravillosas sorpresas que ofrece la isla.

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